Ventajas y desventajas de la medicina natural

Terapia de masajes
Un masajista con entrenamiento en técnicas de salud puede ayudar a tratar desvanecimientos o hasta ataques cardíacos, y ciertamente puede ayudar a bajar de peso. Peopleimages/Getty Images

La medicina natural y la llamada medicina convencional—u occidental—suelen entrar en conflicto. Para muchos, los doctores alópatas, concentrados en síntomas, olvidan las “causas” de la enfermedad con tratamientos invasivos. Para la gran mayoría, la medicina alternativa es ineficaz, insegura y aficionada.

Ambos tienen razón, ninguna medicina causa tantos efectos secundarios como la medicina convencional, pero también es cierto que es la que más y mejores resultados tiene en tratamientos de urgencias.

Son pocos los que proponen tratamientos colectivos, no enfrentar la medicina natural a la medicina convencional, sino entender que el desarrollo clínico ha producido grandes avances, mientras que los tratamientos naturales pueden complementarlos o ayudarnos a romper el ciclo de medicamento y enfermedad.

La invalidación de la medicina no occidental tiene graves consecuencias. Pone en el mismo pedestal a tratamientos invaluables, como lo son muchas medicinas indígenas, la Medicina China o el Ayurveda, y a tratamientos experimentales e inseguros. También, hace que muchos tratamientos estén mal encausados:

La acupuntura, por ejemplo, es excelente para tratar trastornos físicos derivados de padecimientos emocionales como el estrés, pero no tan buena para bajar de peso o combatir efectos de la edad. Sin embargo, la acupuntura se utiliza regularmente en clínicas estéticas.

Un masajista con entrenamiento en técnicas de salud puede ayudar a tratar desvanecimientos o hasta ataques cardíacos, y ciertamente puede ayudar a bajar de peso sin el peligro de las dietas, pero hace muy poco a mediano y largo plazo en problemas crónico-degenerativos que requieran un cambio en el estilo de vida.

La conclusión es que no podemos generalizar. Muchas de las técnicas alternativas se han perfeccionado por siglos y la investigación médica aún no las alcanza. Otras, como la macrobiótica o el shiatsu han aprovechado los conocimientos médicos de su época, pero corren el riesgo de quedar desactualizadas. Lo mejor que se puede hacer es trabajar en conjunto.

La validación científica

En el espectro de la investigación médica, se pone demasiado énfasis en el método científico. En principio, esto puede parecer adecuado, ya que se cree si un tratamiento no puede ser validado científicamente no debería ser aceptado.

Pero no todo el conocimiento puede ser validado científicamente. En parte porque los códigos del pensamiento científico no reconocen principios como “la energía” o el chi, y en parte porque los principios de evaluación siguen dependiendo de esquemas occidentales: lo que para un doctor puede ser un síntoma de enfermedad, para un terapeuta alternativo pueden ser dos o más síntomas distintos, o ninguno. Los conceptos de salud y enfermedad no son completamente universales.

Esto provoca que tratamientos médicos vigentes, que han demostrado efectividad durante miles de años, sean desacreditados por distintos sectores de la comunidad médica.

Énfasis en la salud, no en la enfermedad

La principal diferencia entre la llamada medicina alopática y la mayoría de las terapias alternativas es el énfasis en la enfermedad. La medicina occidental desarrolla sistemas de medición y combate a síntomas, que representan la enfermedad. Remedios contra dolor de cabeza, urticaria, cáncer o esquizofrenia, todos desde la perspectiva de que algo que puede ser un síntoma, también puede ser un mal.

Las terapias alternativas tienden a no mirar la enfermedad, sino a buscar la salud a través del equilibrio en el cuerpo.

l cuerpo revela una relación entre los síntomas y la enfermedad, la cual es medida y tratada por la medicina occidental. En cambio, la relación sutil entre las energías del cuerpo, el origen de la enfermedad, es mucho más difícil de medir por aparatos tecnológicos y por lo tanto su efectividad queda comprometida.

Los avances tecnológicos de las últimas décadas parecen avanzar hacia un rompimiento con el paradigma cartesiano, en el que la medicina (occidental) debe ocuparse del cuerpo, mientras la religión de los sentimientos y del alma. Las tecnologías recientes concuerdan con muchos de los principios de la medicina alternativa, en que el individuo debe ser comprendido como un todo, no como una colección de órganos, ni mucho menos como un síntoma que deba ser remediado.

Conclusión

Tanto las terapias alternativas como la ciencia médica deben aproximarse en un clima de mutuo respeto. La desconfianza ha provocado que ambas se satanicen y distancien, en perjuicio del individuo.

La gran ventaja que tienen muchos tratamientos alternativos y complementarios es su inocuidad: son relativamente inofensivos. La búsqueda de estándares profesionales y la integración al tratamiento médico convencional pueden ayudar a asegurar esta seguridad y a reconocer los escenarios en que estas medicinas funcionan mejor.

La regulación gubernamental también es importante. La falta de control sobre contenidos en los suplementos y la falta de consenso en torno a dosis y fuentes, obligan a los terapeutas responsables a competir en el mismo escenario que charlatanes y estafadores, muy por debajo de los estándares que protegen a la industria farmacológica.

Sin duda, la pelota está del lado de la ciencia médica, que está acostumbrada a romper con sus propios paradigmas. Los terapeutas alternativos tendrán que aceptar que sus tratamientos no son absolutos e infalibles, pero a la vez defender la causa de su validez.

Ventajas Desventajas
Son menos agresivas para el cuerpo. Suelen carecer o tener mínimos efectos secundarios. No las someten a los mismos controles de calidad. Muchos productos pueden no ser lo que prometen.
Promueven el bienestar general, no sólo combaten un síntoma. Muchos tratamientos naturales también te ayudan con tus emociones. Al haber una menor supervisión, también hay una exposición a fuentes no sanitarias o contaminadas.
No tienen efectos a largo plazo. A diferencia de muchas medicinas que dejan sustancias en tu cuerpo que pueden dañar tus órganos. Son más lentos. La mayoría de los tratamientos se concentran en el origen del problema, no en el síntoma, por lo que el síntoma puede tardar más en desaparecer.
Son más económicos. Porque no estás pagando ni el laboratorio ni la patente. Las dosis están poco controladas. Las dosis varían entre terapeutas por falta de consenso.
Son holísticos, no específicos. Miran al cuerpo como un todo, se interesan por que todo esté bien, no una parte. Son holísticos, no específicos. Son menos eficaces para aliviar un problema agudo.
No son agresivos con el cuerpo. Al ser naturales, salvo excepciones, son fáciles de asimilar y eliminar. Muchos tratamientos naturales no están cubiertos por el seguro, por lo que su costo debe ser asumido de manera adicional.
Son preventivos. Puedes recibir un tratamiento antes de que aparezcan síntomas de la enfermedad. Suelen tener problemas para tratar emergencias. En casos de crisis, su espectro es muy limitado.